La calidad institucional fue la promesa. En la primera semana de gestión de Cristina Kirchner, ésta se quebró. La justicia estadounidense relacionó la valija con casi US$ 800.000 que ingresó al país en un avión rentado por funcionarios argentinos con la campaña presidencial de la entonces primera dama y hoy presidenta.
¿Qué respuesta hubo de parte de la Justicia argentina? Ninguna. Claramente esto demuestra que el control entre poderes no existe. La reglas claras, las leyes escritas, sólo se aplican a algunos.
Y la excusa de la operación basura ideada por el imperialismo tiene tanta legitimidad como la elaborada por el ex ministra de Economía, Felisa Miceli, para explicar la "bolsita" en su despacho. Sólo puede creerse si en ella actúa Kieffer Sutherland y la operación se titula "24".
Recordemos el video realizado por Teresa Bo para la cadena Al Jazeera en el que el Gobierno pagaba $50 por cada voto para Cristina. Con estos datos, gracias al dinero que trajo Antonini, el kirchnerismo compró unos 48000 votos. Eso sólo si ingresó una valija de contrabando y no varias como se estima.
El clientelismo, la pobreza funcional que compra votos y facilita la "gobernabilidad" de algunos para algunos, sigue siendo la marca de este Gobierno como fue la de los anteriores en una demacrada democracia.
El cambio que recién comienza es sólo el eslogan de la continuidad de lo peor de la política. La toma del poder para reproducir un capitalismo de amigos y una democracia imaginaria.
lunes, 17 de diciembre de 2007
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