miércoles, 9 de enero de 2008

Ahora sí, crisis energética

Por primera vez, el Gobierno admitió que el país atraviesa una crisis energética. Se trata de un paso, el primero de muchos, antes de la resolución del problema que puede afectar fuertemente a la economía. No obstante, hubo en tal reconocimiento por parte de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, una omisión que puede volver a llenar de nubarrones el escenario.

La Presidenta asoció la crisis a los problemas ambientales y culpó a las empresas privadas por descuidarlo. Así como cuando su marido era presidente de los argentinos, Cristina omitió los verdaderos orígenes de la crisis. Néstor había culpado en el invierno pasado -en medio de los cortes a las industrias y el GNC- al frío clima y el crecimiento económico.

Pero el verdadero inconveniente del sector es la falta de inversión por la carencia de incentivos a las empresas privadas o la falta de desembolsos públicos por la incapacidad e imprudencia estatal de los últimos años. Esto depende de la lente con la que se mire al problema: con una más liberal y ortodoxa -que prefiriera un aumento de las tarifas- o con una más heterodoxa -que impusiera una fuerte presencia del Estado como competidor-. Brasil es un buen ejemplo de una mezcla de las dos.

Si los precios no son rentables, las empresas privadas no invertirán en el sector. Es lógico, son emprendimientos privados y quieren ganar dinero. Por otro lado, el Estado, de la mano de Enarsa falló, en los últimos cuatros años, en convertirse en una opción para la renovación y la mejora de la generación y la distribución de energía eléctrica como así también en la exploración y explotación de combustibles líquidos. No así Petrobras que se ha convertido en una de las empresas más exitosas del mundo.

El reconocimiento de la consecuencia y la omisión de la causa probablemente nos deje parados en el mismo lugar en el que estamos: ese mismo donde el corte de electricidad se ha convertido en el común denominador.

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