
Es que Cristina siempre se opuso, mientras fue senadora, a dar más facultades al Ejecutivo, lo que restringe un control más férreo del Legislativo. Bueno, ahora la primera norma aprobada por el Congreso durante su gestión fue justamente esta.
Pero la Presidenta no quiso pagar el costo político y sorteó la firma, aunque no vetó la norma, y por ende, aprobó su sanción de manera automática.
La omisión también es un delito.
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