lunes, 8 de octubre de 2007
Hagamos ketchup a la inflación
No es la mejor opción, pero es una más. Hablamos del concepto del boicot para contener a la tan temida inflación. Definitivamente, si uno está en un país previsible y estable en el que los hombres de negocios deciden invertir para producir más, la inflación deja de ser un problema. La oferta tiende a superar o a equilibrar a la demanda, según dicen los gurúes del capitalismo.
Pero lo cierto es que estamos en un país sumamente volátil (probablemente, el más volátil e inestable del planeta), en el que los inversores no confían, en el cual las estadísticas son "oficiales" y en el que la cadena de comercialización de productos se vuelve fácilmente especuladora y remarcadora. Si, si!! estamos en la Argentina, como usted bien sabe.
Sumemos el concepto de que somos "el granero del mundo" y vendemos comida a China e India a precios internacionales en un país que cobra sueldos en pesos oficialmente devaluados. Salarios bajos, competitividad para algunos.
Como pasara en Italia con la pasta, hace unas semanas, comenzó hoy en el país el boicot al tomate -convertido en un bien de lujo-. Y está bien que las asociaciones de consumidores sirvan para algo, porque al final, el poder está en manos de quien decide comprar o no y hay que hacerlo valer.
Esta semana, hamburguesa pero sin ketchup.
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